Si nuestro objetivo es la pérdida de peso, puede que pesarse sea el principal parámetro y recurramos a la báscula a diario para comprobar nuestro progreso. Ojo. Podría ser contraproducente.
Puede que nos hayamos propuesto bajar de peso y estemos muy pendientes de los números que marcan la báscula. Sin embargo, hay que ser conscientes de que los números de la báscula no son siempre un indicador objetivo, y que puede que estemos bajando de cifra cuando en realidad lo que perdemos es músculo, y no grasa. Bajaremos de peso, pero nuestro objetivo a largo plazo se verá afectado por esta interpretación errónea de la báscula.
Pesarse, método poco preciso
Pero además de ser poco preciso, si te enfocas mucho en lo que marca la báscula, puedes acabar sintiendo grandes niveles de frustración, y es que el peso puede variar mucho de día a día sin tener relación con la ingesta de alimentos o el ejercicio realizado. Esta frustración nos puede llevar a obsesionarnos con los números de la báscula, que podría derivar en un trastorno de la conducta alimentaria.
¿Cuándo y cómo?
Los expertos recomiendan pesarse una vez a la semana, a primera hora de la mañana, habiendo orinado y con ropa interior. Así, lo haremos en un contexto de variables similares que nos permitirá hacernos una idea de nuestra evolución sin obsesionarnos. Además, hay que tener en cuenta otros parámetros como porcentaje de grasa corporal o perímetros corporales. Así sabremos realmente si perdemos grasa, que es lo que nos interesa, o masa muscular.
Otros indicadores que nos ayudarán a ver nuestra evolución sin tener que recurrir a la báscula, es que la ropa nos quedará holgada, tendremos mejores digestiones, y seremos más conscientes de la comida que nos llevamos a la boca, apreciando más sabores y texturas.