En ocasiones, nuestras articulaciones se pueden ver afectadas por golpes, caídas o impactos sufridos durante la práctica deportiva, y la rodilla es una de las que más sufre. Descubre qué puedes hacer para cuidarla.
La articulación de la rodilla se compone de tres huesos: el hueso del muslo (fémur), el hueso de la pierna (tibia) y la rótula, y es la más grande y compleja del cuerpo humano. A veces, una sobrecarga o un sobre entrenamiento puede provocar dolores, y en casos extremos, hasta lesiones. Algunas lesiones son tan graves como la rotura de menisco, que requieren de cirugía, reposo y rehabilitación, impidiendo durante todo ese tiempo seguir entrenando.
Para que cualquier molestia no vaya a más, te dejamos algunos ejercicios y consejos para prevenir este tipo de lesiones y para que te recuperes lo más rápidamente posible si ya padeces alguna. ¡Apunta!
Sentido común y progresión
Una de las mejores maneras desde luego para evitar las lesiones es tener sentido común. Si nunca has realizado ejercicio físico, o solo de manera ocasional, no lanzarte a hacer una maratón será probablemente una buena idea. Así, un entrenamiento progresivo te ayudará a que tu cuerpo, incluidas sus articulaciones, se vayan acostumbrando y fortaleciendo. Igualmente, también es aconsejable tener en cuenta la edad y estado físico de cada uno.
Primeros pasos
Si ya padeces una lesión de la articulación de la rodilla, el primer paso es ponerse en manos de un médico que realice las pruebas y el diagnóstico oportuno. A continuación, los principales tratamientos incluyen la aplicación de frío en fases de inflamación así como la toma de antiinflamatorios, los ejercicios de cuádriceps y la movilidad de la rodilla a manos de un fisioterapeuta.
Y si ya te estás recuperando
Una vez retomemos el ejercicio físico, conviene realizar después prácticas como la bicicleta, la natación, caminar o un trote suave, combinándolos con ejercicios excéntricos y estiramientos, siempre bajo control de un experto.