La equinácea es una flor con numerosos beneficios: disminuir la fiebre, la mucosidad y la tos asociadas a enfermedades del sistema respiratorio. Descubre cómo aprovecharlos.
La equinácea es una planta similar a una margarita, y es famosa por su capacidad para reforzar el sistema inmunitario (de hecho, se trata de un antibiótico natural capaz de activar nuestra producción de leucocitos) y por sus propiedades antiinflamatorias. Es originaria de las praderas de Estados Unidos y utilizada por los nativos americanos para el tratamiento de diversas dolencias. Actúa como modulador del sistema inmune.
Está demostrado que la equinácea contribuye a disminuir la fiebre, la mucosidad y la tos asociadas no sólo al resfriado sino también a otras enfermedades del sistema respiratorio, facilitando y acelerando con ello el proceso de recuperación.
Otras aplicaciones de la equinácea
Pero no sólo se emplea para las enfermedades del aparato respiratorio, y es que esta planta también tiene más aplicaciones, ya que actúa como bloqueador de la acción de virus y bacterias como los que afectan en caso de infecciones vaginales, dolor de garganta, aparato circulatorio, indigestiones, o infecciones en las encías.
También de forma tópica
Aplicada de forma tópica, también está indicada para tratar diferentes infecciones y patologías en la epidermis, como heridas, quemaduras y eccemas, pero también herpes, las picaduras, o forúnculos, por ejemplo.